Un viaje inesperado

Tras el ajetreado verano, a principios de Septiembre viajé de nuevo a Frankfurt, en compañía de un buen amigo piloto, quien sería quien me acompañara en nuestro vuelo a Cuatro Vientos.

En Frankfurt debía firmar con el propietario de la aeronave la compraventa de la misma, en el Consulado Español de la ciudad, antes de emprender viaje con ella hacia España.

Consulado Español en Frankfurt.

La firma del contrato con el propietario fue relativamente satisfactoria, pues aunque se llevó a cabo según los cauces previstos, tuvimos algunos desencuentros, al querer modificar «in situ» algunas de las condiciones pactadas en el contrato de arras, e incluirlas en el contrato de compraventa.

Yo me negué, ya que las condiciones ya estaban más que claras y pactadas por ambas partes; aún así, mi negativa supuso un considerable enfado por parte del dueño, que completamente fuera de sí, amenazó con no entregarme la documentación de la aeronave, y así impedir que el avión pudiera abandonar el país.

Tras una larga y diplomática conversación, conseguí convencerle de que ello no era beneficioso ni para él, ni para mí, y que por lo tanto, debíamos finalizar el proceso según las condiciones que habíamos acordado con la suficiente antelación.

A regañadientes aceptó, por lo que pudimos realizar la venta, con el pago del resto de la aeronave, y la entrega, con muy poca convicción por su parte, de la documentación y las llaves del avión.

Aerpuerto de Egelsbach; aquí comenzó todo…

Por fin ya tenía mi súper Cessna!

A la mañana siguiente, mi amigo y yo acudimos al aeropuerto de Egelsbach, para hacer el plan de vuelo, y emprender viaje hacia Cuatro Vientos.

Tras completar el plan de vuelo, solicitar los «Notams» (información operativa concerniente a la ruta de vuelo, restricciones o cambios en la misma, o en los aeropuertos de salida o llegada) y meteorolología, acudimos al avión para realizar la inspección prevuelo.

Durante la misma, y para nuestra sorpresa, descubrimos que la correa del alternador, fabricada en Kevlar, y que permite la unión del mismo con la hélice, proporcionando corriente alterna al sistema eléctrico, habia sido cortada en casi su totalidad, con un ”cutter” o sierra, quedando sujeta por apenas unos centímetros, que no habían sido seccionados…

A nuestra llegada a Frankfurt, habíamos quedado con el propietario para ir al aeropuerto de Egelsbach, para que comprobásemos que el avión estaba en perfecto estado antes de la firma, y doy fe de que la correa del alternador lo estaba.

Obviamente, ello impedía nuestro vuelo hacia Cuatro Vientos, y era más evidente que había sido un sabotaje en toda regla…

La correa del alternador, unida al disco de la hélice.

Enfadado, muy enfadado, llamé al dueño del avión para preguntarle al respecto, pero, como ya me imaginaba, negó cualquier responsabilidad acerca del suceso, añadiendo que el avión ya era mío, y que por lo tanto, ya no era problema suyo…

También pedí las grabaciones de las cámaras de seguridad del aeropuerto a las autoridades del mismo, tras notificarles lo0 sucedido, pero, curiosamente, allá donde estaba aparcada la aeronave, había un ángulo muerto que impedía grabar a las cámaras, y por lo tanto, grabar a la aeronave; algo que sabía perfectamente el responsable del sabotaje.

Tras el más que evidente disgusto, pues había que sustituir la correa por una nueva, intenté contactar con el taller de mantenimiento de la aeronave, pero el día del vuelo era un sábado por la mañana…

Tocaba regresar a Madrid, en vuelo regular, sin el avión, y contactar el lunes con el taller del avión en Egelsbach, para que procedieran a la sustitución de la correa; sin duda, fué un viaje con un final inesperado y muy, muy frustrante.

El lunes siguiente conseguí contactar con el taller, y tras informarles de la avería, me dijeron que en un plazo máximo de 15 días, estaría solucionado; afortunadamente, y con gran alivio por mi parte, me dijeron que la reparación estaba cubierta por el programa de mantenimiento que tenía contratado el antiguo propietario, y que por lo tanto, no supondría un gasto añadido para mí.

Preciosa cabina, de un precioso avión…

Pero ello no era óbice para mi enorme disgusto, tanto por el viaje que me tocaba hacer por tercera vez a Egelsbach, como por el trastorno para mi planificación, a todos los niveles.

Tenía más que claro que lo sucedido era un acto de resentimiento por parte del propietario, tras lo sucedido en el Consulado, lo que demostró que era un mal vendedor, y peor persona….

Autor: Julio Zavala

Piloto, apasionado de la aviación, emprendedor y gerente de "Fly & Fun".

10 opiniones en “Un viaje inesperado”

  1. Vaya faena, Julio. Pero lo bueno que lo detectaste, en realidad con la buena prevuelo te salvaste aún más problemas y posiblemente la vida….

    Mucho ánimo, espero que se resuelva pronto.

    Y karma funciona, no te preocupes!

    Un abrazo y felices vuelos!

    1. Muchas gracias Stani!! Sí, por suerte nos dimos cuenta…se resolvió, y por eso puedo explicarlo hoy, y ójala el Karma se la haya devuelto, pues demostró ser muy, muy mala persona haciendo eso…

      Así que ya sabes, antes del vuelo, chequeo exhaustivo del avión….un abrazo y felices vuelos también para tí Stani!!

    1. Muchas gracias Ana. Creo firmemente que así será. Afortunadamente, en el siguiente vuelo a Egelsbach, se solucionó, y pudimos disfrutar del «Fly» y de la «Fun».

      Gracias de nuevo y un cordial saludo,

      Julio.

  2. Hola Julio,

    esta es una prueba de que aparte de las buenas personas que nos podemos encontrar en el camino, siempre hay otras capaces de lo peor. Poca conciencia y muy mala fe por su parte.

    En cuanto al momento en el consulado, te mantuviste en tu sitio y rechazaste renegociar. Es lo mejor que pudiste haber hecho en mi opinión. Y más habiendo acordado las condiciones con tiempo más que suficiente.

    Eso de intentar colar las pretensiones a última hora con el apremio del tiempo, la ilusión por un avión nuevo y las ganas de emprender la aventura de la escuela, es un arma de perdedores.

    Un abrazo!

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