El título es suficientemente expresivo, pues sin duda, fueron años muy complicados, en los que realmente me pregunté si algún día podría llegar a ocupar un asiento de piloto en una cabina de vuelo, tras los atentados de Septiembre de 2001…
El devastador golpe que supuso el 11-S de 2001 a la aviación, no sólo dejó a miles de pilotos en activo en tierra, sino que también dejó a muchos aspirantes, llenos de ilusión y ganas por volar un avión de línea, también en tierra…
Es curioso cómo la historia se repite, en ocasiones con demasiada frecuencia, pues, a causa de la pandemia causada por el Covid-19, que estamos viviendo en 2020, también miles de pilotos han perdido su trabajo, muchos aspirantes tampoco lo van a obtener a corto plazo, y miles de aviones están en tierra…no cabe duda que una sensación de «dejá vu» me asalta al escribir estas líneas…
Por lo que entiendo perfectamente cómo se sienten aquellos pilotos que acaban de finalizar sus estudios, muy bien preparados y cualificados, pero que por desgracia, no pueden ejercer su profesión, a la que han dedicado tantos esfuerzos, a causa de la pandemia…una situación muy frustrante.
Pues bien, yo estaba en una situación similar, y aunque era consciente de que iba a ser francamente complicado el conseguir un trabajo como piloto a corto plazo, esperaba y deseaba que la situación, si no en el corto plazo, al menos en el medio/largo plazo, mejorase.
Sobre mí, pesaba otra espada de Damocles, además de la condición física, algo que siempre preocupa mucho a los pilotos, debido a las revisiones médicas que cada año debemos superar.
Y esa espada de Damocles se llamaba edad, pues en el año 2001 yo tenía 36 años, y era plenamente consciente de que la edad jugaba en mi contra, con una mala combinación de edad y poca experiencia. Hasta los 40 años, tenía posibilidades de entrar en una aerolínea, pero a partir de los 40, las cosas iban a ser, si bien no imposibles, mucho más complicadas.
Regresé a mi trabajo de profesor de inglés, y mientras, con lo poco que podía ahorrar, iba manteniendo mis habilitaciones multimotor/IR y monomotor…
En 2002 renové la habilitación Multimotor/IR en la escuela «European Flyers», donde una Piper PA-34 «Séneca» fué la aeronave elegida…
No era un modelo muy sofisticado, pero cumplía con su cometido para vuelos IFR en condiciones no muy severas, y con los dos motores operativos, volaba relativamente bien…
Este fué mi avión para renovar en 2002 y 2003, y mientras, esperando que nuevos cursos y experiencia me ayudarían a conseguir más oportunidades; Por ello, en Agosto de 2002 realicé en «Senasa» (escuela donde había realizado el curso teórico de piloto de transporte de Línea Aérea (ATPL) y el «C.A.T.A.») un curso de perfeccionamiento en línea, que se realizaba en los simuladores de «Citation VII» y «Boeing 757».
El «Citation» ya lo conocía del curso «C.A.T.A.», pero sin duda, el 757 fué todo un descubrimiento; aunque hasta la fecha no he tenido la oportunidad de volar el avión real, el simulador de 3 ejes «Full Flight Simulator» se aproxima bastante, y quedé fascinado por su inconmensurable potencia, por su facilidad para volarlo, y por su diseño y ergonomía, infinitamente mejor que la «Citation».
Durante el mes de Agosto de 2002, la aerolínea «Air Nostrum» publicó un proceso de selección de pilotos, en el que fuí aceptado, y se me convocó para las pruebas para pilotos de baja experiencia (menos de 500 horas, pues yo por aquel entonces apenas tenía 250 horas) en la Universidad de Valencia, en Cheste; ello supuso, además de pagar los «derechos de examen», pagar un hotel para alojarme, pues las pruebas se realizaron a primera hora de la mañana de un día de Septiembre…
Para las pruebas de baja experiencia nos presentamos 600 pilotos y ya en el examen teórico, que se realizó en una de las aulas del campus universitario, nos dijeron que había 60 plazas disponibles; apenas un 10%…
El examen teórico fué muy complejo, con muchas preguntas de cartografía polar y acerca de la historia de la aviación española, lo cual resultó bastante sorprendente; tras finalizar el examen, se empezó a correr la voz de que las plazas ya estaban asignadas…
En todo caso, sabía que mis posibilidades eran muy escasas, y volví a Madrid con la sensación de haber perdido tiempo y dinero, pues, como me confirmaron unos días después, no había pasado los exámenes teóricos…
En 2003 realicé un nuevo curso de adaptación a la línea aérea, esta vez sólo en el «Boeing 757», lo cual me permitió ampliar mis conocimientos sobre la operación en línea, y disfrutar de nuevo de ese maravilloso avión…
Mientras, seguía aplicando a todas las compañías de las que tenía conocimiento, enviándoles mi C.V. y una carta de presentación; en la mayoría de las ocasiones, el silencio era la respuesta, y cuando me respondían, era para decirme que no tenían vacantes de copiloto…
Durante el verano de 2003, de cara a renovar mi habilitación monomotor (SEP, «Single Engine Piston»), comencé a volar en una escuela y club de vuelo llamados «Jimair/Balear Express», situados en Cuatro Vientos, y que habían empezado su actividad hacía relativamente poco…
La experiencia de volar con ellos fue muy satisfactoria, y mi relación con el club fué buena, y como además tuvieron un crecimiento muy rápido, en más de una ocasión me propusieron que si me hacía instructor, me podrían ofrecer trabajo.
Si bien el ser instructor no era algo que entrase en mis planes tras finalizar mi formación, el hecho de poder conseguir mi primer trabajo aeronáutico, además de incrementar el número de horas de vuelo en mi «logbook», hicieron que por primera vez me plantease esa opción…
Y así empecé a sondear en las escuelas de Cuatro Vientos, y, a principios de Septiembre de 2003, me matriculé en el curso de instructores de la escuela «European Flyers»; empezaba una nueva etapa como piloto completamente desconocida, y se atisbaba, por primera vez, algo de luz tras tanta oscuridad…