Tras el gravísimo incidente que sufrimos en 2018, fuimos más que conscientes de nuestro punto más débil; el hecho de disponer de una sola aeronave en la ATO, que supuso un serio «handicap» tras el incidente del 22 de Mayo.
Por ello, centramos todos nuestros esfuerzos en introducir una nueva aeronave, inciando las negociaciones con los propietarios de una Cessna 172 J «Reims Rocket», que realizaban el mantenimiento en nuestro mismo taller.
Si bien era más antigua que nuestra súper Cessna, y no disponía del sistema de navegación G1000, estaba en una condición excelente, con muy pocas horas y una aviónica analógica, pero con todos los instrumentos en perfecto estado de funcionamiento, y un motor de 6 cilindros y 210 cv, que le hicieron pronto ganarse el apelativo de «la bestia».
Tras el primer vuelo de prueba del avión, con uno de los propietarios, tuve sensaciones encontradas.
Por un lado, me pareció impresionante su aceleración, su potencia, y el comportamiento del avión, suave, dócil, con un tacto muy característico y familiar de «Cessna»; pero por otro, la cabina analógica chocaba frontalmente con la filosofía de «Fly & Fun», que siempre había apostado por la tecnología G1000, como uno de sus pilares más importantes.
Por desgracia, en ese momento tampoco teníamos muchas posibilidades de elección, así que aceptamos abanderar la aeronave en la ATO, por lo que nos pusimos manos a la obra con los contratos y negociaciones.
Durante el largo proceso, la LJM, nuestra súper «Cessna» G1000, finalmente reemprendió el vuelo en Enero de 2019, tras casí 8 meses en el dique seco.
La elaboración del contrato no fué una tarea fácil, pues nunca había hecho un contrato de abanderamiento, así que, siendo un absoluto neófito en la materia, tuve que dedicarle bastante más tiempo del que esperaba y pensaba, para lograr un acuerdo justo y beneficioso para ambas partes; tras largas negociaciones y no menos largos trámites burocráticos, la Cessna 172J «Reims Rocket», con matrícula EC-CTC, comenzó a volar en nuestra ATO, por primera vez, el 15 de Agosto de 2019.
Siempre tuve muy presente que la CTC no era la «Cessna» ideal que queríamos para la ATO, pero nos demostró ser un avión sólido, robusto, y tremendamente potente, lo que lo convierte en un fantástico avión para vuelos en travesía, y para vuelos en verano, cuando sus actuaciones son mucho mejores que la de la súper «Cessna» G1000 con altas temperaturas, por pura potencia bruta…
Y desde entonces, y hasta el día de hoy, nos ha acompañado en nuestros «Fly», permitiéndonos disfrutar con mucha «Fun» de experiencias únicas, habiéndose ganado nuestra confianza y respeto, pues nos ha mostrado y demostrado ser un avión francamente excepcional, con unas actuaciones y capacidades más propias de un avión de mayor tamaño.
Sus actuaciones nos han permitido tanto aterrizar, como practicar tomas y despegues en campos donde sabíamos, que tanto por longitud de pista, como por actuaciones, nuestra súper «Cessna» G1000 estaría más limitada, o directamente, no podría cumplir con dichas actuaciones.
Al ser un avión de cierta complejidad, pues dispone de paso de la hélice variable (al contrario que la súper «Cessna» G1000, ésta permite ajustar la posición de las palas de la hélice para cada fase de vuelo, como si se tratara de las marchas de un coche, lo cual permite optimizar el rendimiento, tanto de la hélice, como del motor), el único requisito que nos pidieron los dueños al operarla, es que siempre volara con instructor o piloto de seguridad de la ATO, pues, de modo comprensible, deseaban evitar en su avión un incidente similar al que sufrimos…
Y si bien esto también ha supuesto un «handicap» a nivel comercial, pues pocos pilotos desean alquilar una aeronave en la que siempre tengan que ir acompañados de un instructor o piloto de seguridad, también es cierto, que desde que «la bestia» comenzó a volar, hasta la fecha, no hemos sufrido un sólo incidente con la misma.
También es cierto que, tras el grave incidente que sufrió la LJM, hemos endurecido las condiciones para permitir que los pilotos vuelen sólos, tanto para el curso de PPL, como para el alquiler en el Club de Vuelo, en los dos aviones.
No queríamos, ni nos podíamos permitir que un incidente así se repitiera, ya que, además del coste económico, supuso un disgusto a nivel personal que es difícil de describir con palabras, pero demasiado fácil de sentir, y con gran intensidad.
Y si bien somos muy conscientes que el riesgo cero no existe, nuestro trabajo, como instructores y responsables, es minimizar ese riesgo lo máximo posible, para así, poder disfrutar el «Fly & Fun» con la máxima seguridad posible.
Iniciábamos una nueva etapa en «Fly & Fun», con dos aviones, y la tranquilidad de, por fin, tener dos aviones operativos, cada uno con sus cualidades, virtudes y defectos (pocos, si la CTC tuviera G1000 sería perfecta ; ), pero cada uno nos ha hecho disfrutar y sentir el «Fly» y la «Fun» de forma única e irrepetible.
Que así sea por muchos vuelos más…