La Instrucción: Formar en formación

Y sí, finalmente conseguí un trabajo que, aunque no estaba muy bien remunerado (en España el trabajo de instructor, siendo uno de los que comporta más riesgos, es de los peor pagados en la aviación, a pesar de nuestra cualificación e importancia en la pirámide de la formación aeronáutica), me permitía volar sin que me supusiera un coste añadido, además de mejorar mis conocimientos aeronáuticos, a través de las diferentes actividades como instructor.

La escuela, «Balear Express / Jim Air», era una pequeña escuela de formación de pilotos privados y aeroclub, de corte familiar, fundada por un piloto de línea y su familia, consiguiendo un gran éxito, pues pasaron de tener un avión al iniciar su andadura, a tener tres aviones, que fue cuando yo me incorporé a la escuela como instructor; crecimiento de flota implicaba nuevos instructores…

Una de las «Cessnas» de la escuela, la EC-GUV, con la que realicé mi primer vuelo como instructor…

Y si bien como dije en entradas anteriores, inicialmente ser instructor no era mi objetivo en la aviación, pensando que la instrucción sería más un medio que un fin en sí, acabó por atraparme completamente mientras iba aprendiendo a ser instructor, pues, aunque había hecho el curso de instructor, mis conocimientos cuando me inicié como instructor eran muy escasos…

La actividad casi siempre consistía en vuelos de formación como instructor o como piloto de seguridad (se acompaña a un piloto con licencia como piloto más experimentado, por si ocurre algo) por las mañanas, y por las tardes, generalmente a partir de las 18:00 horas, clases teóricas a los alumnos o sesiones de simulador.

Mi primer vuelo como instructor fue el 4 de Octubre de 2004, en la aeronave Cessna 172 matrícula EC-GUV, y como os podéis imaginar, estaba bastante nervioso, sobre todo por saber si mi nivel de conocimientos y capacidad de transmisión de los mismos eran los correctos; también me preocupaba (y mucho), que el alumno hiciese alguna maniobra que pudiera comprometer al integridad de la aeronave, dado que lo que sucediera a la aeronave, como piloto al mando, era mi responsabilidad…afortunadamente, todo fue bien, y pude concluir mi primer vuelo como instructor de forma satisfactoria…

Poco a poco esa sensación fué desapareciendo, ganando más confianza y conocimientos en cada vuelo, y descubriendo una faceta apasionante de la aviación; el poder transmitir tus conocimientos a otras personas, que como tú, soñaron con volar, compartiendo una afición y pasión al mismo tiempo…

Cada vuelo era diferente, cada alumno también lo era, y ese componente de obligarte a trabajar diferentes facetas del vuelo, de la técnica de pilotaje, de la toma de decisiones con cada alumno, eliminando la rutina en cada vuelo, y transmitiendo conocimientos, hicieron que poco a poco me fuera «enganchando» a la instrucción, que dejó de ser un medio para ser un fin en si mismo; la satisfacción de formar alumnos seguros y competentes como pilotos, algo que, a día de hoy, me produce una satisfacción profesional (y en muchos casos, personal) enorme…

Por ello, como menciono en el título de esta entrada, el formar a alumnos fue también un proceso de formación para mí como instructor, empezando desde cero, pero siempre intentando hacerlo de la manera más profesional posible, aprendiendo de mis errores que cometí (y cometo, pues soy humano)y si bien es cierto que mis conocimientos como instructor, a día de hoy son mayores que cuando empecé en «JimAir», sigo aprendiendo y formándome con los alumnos que vuelo; nunca se deja de aprender en la instrucción, siendo una de las facetas más apasionantes del trabajo…

En la parte teórica, tuve que repasar mis conocimientos aeronáuticos en profundidad, pues también en la parte teórica el alumnado era muy heterogéneo, con alumnos con muy pocos conocimientos, y otros con enormes conocimientos, fruto de muchos años de pasión por la aviación, y todos merecían recibir la mejor formación posible…

Sin duda, fué una etapa profesional muy satisfactoria; el ambiente en la escuela era muy bueno, mis compañeros instructores, Pablo y Miguel, eran muy agradables en el trato, y lo que es más importante, buenos compañeros…

El mantenimiento de los aviones también era bueno, y el estado de los aviones también (de ello se ocupaba el padre del dueño), y, aunque económicamente perdí poder adquisitivo, a nivel personal y profesional estaba tremendamente satisfecho; no había conseguido llegar a la cabina de un avión comercial, pero estaba trabajando en la aviación como piloto, y había descubierto una faceta de la misma que me atrapó para siempre, y que desde entonces ha sido (y es) un pilar fundamental de satisfacción personal y profesional…

Preparando el avión, en este caso la EC-IEH.

En esos años, la aviación aún estaba recuperándose del impacto del 11-S, y aunque no había apenas oportunidades en las aerolíneas como piloto, yo era feliz volando y transmitiendo mis conocimientos a mis alumnos, acumulando experiencia y horas de vuelo, a la espera de que hubiera una oportunidad de mejora profesional, pero lo más importante, disfrutando en la espera…

Autor: Julio Zavala

Piloto, apasionado de la aviación, emprendedor y gerente de "Fly & Fun".

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *