Tras el revés del primer viaje a Egelsbach, finalmente recibimos la confirmación por parte del taller, de que la correa del alternador estaba cambiada y el avión listo para emprender su viaje.
El día 20 de Septiembre, mi amigo y yo llegamos a Frankfurt en vuelo regular, para preparar toda la documentación y los planes de vuelo, pues la intención era volar desde Egelsbach al día siguiente, prácticamente llenos de combustible, hasta el aeropuerto de Brive La Gaillarde, en la zona centro-sur de Francia, al sur de la famosa ciudad de Limoges, conocida por sus porcelanas…
Y desde Brive, tras repostar, volaríamos hacia Cuatro Vientos, pasando los Pirineos a través de la zona de Tarbes y Lourdes, hasta la nueva base de la aeronave.
Los planes de vuelo fueron aceptados, la documentación revisada, y ese día, me fuí a dormir con una mezcla de excitación y miedo; sabía que me esperaba el viaje probablemente más largo de mi vida en avioneta.
Además, comenzaba una nueva fase en mi vida, no sólo como piloto, sino como emprededor, empresario, y dueño de mi destino profesional, a partir del día siguiente.
Fue difícil conciliar el sueño, por lo que aproveché para revisar los manuales del avión, y del sistema de navegación «Garmin G1000»; el manual abarcaba 640 páginas; en ese momento, empecé a ser consciente de la complejidad del sistema, un sistema complejo, pero fascinante…
Finalmente, caí en los brazos de Morfeo, y al alba, la luz que se filtraba por las ventanas me despertó, dando comienzo a un largo, pero inolvidable día…
Tras el desayuno, acudimos al aeropuerto a recoger el avión, y tras obtener toda la información aeronáutica actualizada y revisada, procedimos al avión, comprobamos los niveles de aceite y combustible, y tras realizar una más que exhaustiva revisión (revisando especialmente la correa del alternador), subimos a bordo, dispuestos a emprender el increíble viaje que teníamos por delante…
Y así, el 21 de Septiembre de 2010, el motor «Lycoming» de la Cessna rugió tras el arranque, indicándonos que estaba dispuesta, al igual que nosotros, para comenzar el viaje de nuestra vida…
Tras el despegue, y apoyados por el sistema de navegación «Garmin G1000», emprendimos rumbo suroeste, en un día soleado, con una suaves vientos y agradables temperaturas, lo cual permitió disfrutar al máximo el vuelo…
El verde paisaje se abría bajo nosotros, que empezaba a adquirir tonalidades doradas por las época del año, mientras los controladores alemanes, y posteriormente franceses, con eficacia y profesionalidad, nos daban información de tráfico y nos mantenían volando más bajo de lo que nos habría gustado, debido a que, como éramos un vuelo visual, teníamos restricciones para volar más alto, al estar reservado a vuelos instrumentales.
La belleza del paisaje que íbamos encontrando es difícil de describir con palabras, con sus colores y tonalidades próximas al otoño, con el dorado trigo mecido por el suave viento; pasando por diversos parques naturales de incomparable hermosura…es complicado reproducirla con palabras.
De hecho, lo único que lamento de este fantástico viaje, es no haber realizado fotos y vídeos del mismo, pues después de todo lo había ocurrido anteriormente, reconozco que sólo tenía en mente poder recoger el avión, y llevarlo a su nuevo hogar, en Cuatro Vientos, sin más contratiempos.
Tres horas y cincuenta minutos después de iniciar el viaje, llegamos al aeropuerto de Brive, que había sido inaugurado en Junio de ese año (2010), por lo que la pista y las instalaciones, eran prácticamente nuevas.
Tras una breve parada para repostar y pagar las tasas de aterrizaje, comprobamos que el plan de vuelo estuviera aceptado, y reemprendimos viaje hacia el sur, de camino a los Pirineos, punto de cruce de Francia a España…
El bello y verde paisaje, salpicado esporádicamente por molinos eólicos, nos siguió acompañando mientras la majestuosidad de los Pirineos se iba dibujando ante nosotros, cuando nos aproximábamos a la ciudad de Tarbes, sede de la compañía de aviación «Daher Socata»; y de ahí a la ciudad de Lourdes, famosa por su Santuario.
Desde allí procedimos a cruzar los Pirineos, por un paso próximo al parque nacional de Ordesa, con las espectaculares vistas de las majestuosas montañas irguiéndose, imponentes, a ambos lados de la Cessna…
Y, tras atravesar los Pirineos, fuimos transferidos por el control francés al control español, en concreto Madrid Control, que nos daba información y seguimiento de nuestro vuelo.
Posteriormente procedimos a Huesca, bordeando Zaragoza por el oeste, pudiendo comprobar como el paisaje iba adquiriendo cada vez unas tonalidades más doradas y marrones, comparadas con el verdor de Alemania y Francia.
Desde allí emprendimos rumbo hacia Sigüenza y Segovia; ¡ya casi habíamos llegado a nuestro destino!
Según pasábamos el embalse de Valmayor y El Escorial, mi júbilo iba en aumento, ya que el viaje había transcurrido sin incidentes…
Sin embargo, eso iba a cambiar en los próximos minutos, pues Madrid Control, antes de transferirnos a la frecuencia de torre de Cuatro Vientos, en las proximidades del aeropuerto, nos comunicó que Cuatro Vientos había rechazado nuestro aterrizaje, y que por lo tanto, debíamos proceder a nuestro aeropuerto alternativo, que en este caso era el cercano aeródromo de Casarrubios del Monte…
¡No daba crédito!…nuestro plan de vuelo con destino a Cuatro Vientos había sido aceptado antes de nuestra salida en Brive, y ahora nos denegaban el aterrizaje; ¿porqué?
Mientras permanecíamos en las proximidades del aeropuerto, solicitamos a Madrid Control permiso para contactar con Cuatro Vientos torre, para que nos explicaran el motivo del rechazo…
Tras contactar con ellos, nos dijeron que el motivo era que no teníamos «slot» de aterrizaje, pues en esa época, debido a la gran cantidad de aviones que había estacionados en la plataforma del aeropuerto de Cuatro Vientos, era necesario solicitar dicho «slot» a los aviones que no estuvieran basados en Cuatro Vientos.
Pero nosotros ya habíamos solicitado y reservado una plaza de estacionamiento a AENA, por lo que el problema parecía ser que la torre de control, por la razón que fuera, desconocía este extremo.
Tras más de 20 interminables minutos, en los cuáles suponemos se hicieron las pertinentes consultas, se nos autorizó el aterrizaje…
Tras tres horas cuarenta minutos de vuelo, la Cessna aterrizó por primera vez en Cuatro Vientos, desde donde aterrizaría a partir de ahora, en numerosas ocasiones.
Ahora sí, empezaba esa nueva etapa, que iba a ser mi pasión y mi futuro profesional, en los próximos años…
O al menos, eso deseaba y esperaba…
Pues así llegó la «Fly & Fun 172» hasta su destino dónde está operando hasta hoy en día. Genial. Al final todo salió bien.
A mí una vez me pasó algo parecido; íbamos a hacer un ferry de una avioneta desde Lanzarote hasta Santiago de Compostela; pues el ex-dueño hizo unas cuantas modificaciones y el motor se nos paró en el punto de espera antes de salir y cruzar el charco varias cientos de NM sobre el océano… Misión cancelada. El ex-dueño respondió: el avión ya no es mío, no es mi problema… Así que vivimos algo parecido como tú y sé como se siente y lo que se vive.
Pero aunque se quedó con la pasta y se quitó el muerto encima, la karma funciona, y a cada uno le llegará lo que se merece…
Para terminar la historia: el avión fue desmontado y enviado en barco a la península…
Felices vuelos!!!
Gracias por tu comentario Stani, y por aportar tu experiencia. Está claro que en todas partes cuecen habas…un abrazo y felices vuelos!
Bravo!!!!! Vaya aventura Julio, lo que faltaba que despues de cruzar los pirineos , te cancelaran en Lecu…..!!!! Vaya tela.
Que tensión y que país….
Buena entrada Maestro
Si, José, después de ese largo viaje sin incidente ninguno, llegamos aquí y…lo importante es que conseguimos aterrizar y comenzar así la aventura de F & F. Un abrazo!